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sábado, 5 de septiembre de 2009

¡Órenme!

Debido al énfasis que el Sistema Religioso ha dado al amor de Dios, tanto creyentes como incrédulos presuponen que Dios debe actuar siempre a su favor, así dicha actuación esté contra su justicia y/o santidad. Cuando los incrédulos tienen algún problema que no pueden resolver por sí mismos, ven en la iglesia la posibilidad de resolverlos al menor costo; se usa la iglesia o a los creyentes como el 911 de los norteamericanos, de donde, cualquiera que tenga una emergencia es sólo levantar el auricular, marcar ¡Y listo! ¡Todo un equipo de rescate a su favor!

Los incrédulos vienen a un culto y solicitan ayuda al estilo de los bomberos; la manera cómo lo solicitan no deja de causar risa: ¡vengo a que me oren! De la misma manera como van a que le lean la mano, consultan el horóscopo o al brujo/hechicero cercano, sólo que con los cristianos es más barato (¡Sólo en algunas pocas iglesias como la PIER!).

¡Vengo a que me oren! Y nosotros ingenuos que nos refugiamos en el sueño de que ¡De pronto de esta manera se puedan convertir! Como si Dios necesitara de este tipo de muletas, no somos capaces de confrontarlos con su terrible condición pecaminosa, nos vamos por las ramas creyendo de pronto que si no admitimos este manoseo a Dios, Dios terminará tomando represalias contra nosotros, tenemos temor de no dejar una buena impresión. ¿No es mero manoseo mundano tratar a Dios como un bombero? ¿Se ha revelado Dios como el “resuelveproblemas” de la humanidad? ¿La enfermedad, el dolor, la angustia y el fracaso no es acaso el juicio de Dios sobre el pecador que se merece toda su ira?

Cierto es que su misericordia triunfa sobre su juicio, (¡Algunas veces, pues otras, su juicio seguirá su desarrollo normal y no por esto Dios dejará de ser menos amor o menos misericordioso!) y que apoyados en su gracia nos acercamos a Él “confiadamente para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” pero ¿Y si no quiere? ¿y si su plan es seguir adelante con el normal curso de los acontecimientos, por ejemplo que un cáncer terminal sea terminal?

Podemos ir y orar POR ellos, nunca orarlos A ELLOS, como si fuéramos ayudantes de brujo. Debemos ir como hijos de Dios, destacando el derecho divino de hacer su voluntad y que lo único que podemos y debemos hacer es bajar la cabeza humildemente y darle gloria. Es completamente necesario confrontar al pecador con “su mayor problema” que es el pecado que lo está matando y matando, no sólo físicamente sino espiritualmente lo cual es terriblemente desastroso.

Es imperioso que mostremos que si no se arrepiente pidiendo perdón por sus pecados invocando el glorioso nombre del Jesucristo como Salvador, Dios y Rey de su existencia, su problema, cualquiera que fuere, es un “problema menor”. Nosotros por nuestra parte, tengamos cuidado de no desinformar a nuestro amado padre presentándolo como un apaga fuegos, pues Él merece nuestro respeto y el de todo el mundo.

Por otro lado, debemos pensar seriamente ¿Qué de nosotros cuando hacemos de Dios un Dios apaga fuegos como hacen de Él los incrédulos?

1 comentario:

  1. Qué bueno es entender el carácter soberano de Dios...como lo afirma el artículo, hoy día se está buscando a un Dios que solucione los problemas y también buscan a los creyentes como alternativas para que "le oren" pero no se acercan a un Dios Perdonador que es Suficiente para perdonar y dar paz al corazón del hombre.

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